Elevándose sobre el horizonte de la calle principal, El Castillo de la Bella Durmiente es el inconfundible referente (junto con la montaña rusa de Matterhorn) en el corazón del parque temático. Con sus torres de azulejos turquesa, torrecillas doradas y un puente levadizo en funcionamiento, parece un gran castillo en todo su esplendor.
Con todo, cuando uno se acerca al castillo, se puede pensar que es más pequeño de lo parece desde lejos. Eso se debe a que el genio de Walt Disney sabía algo acerca de las ilusiones. En el castillo, utilizó una técnica llamada perspectiva forzada, en cuyo diseño, detalles como los ladrillos se van haciendo progresivamente más pequeños cuanto más se elevan. Este truco óptico hace que el edificio, de apenas ocho pisos de alto, parezca más imponente cuando se le ve a la distancia.
A pesar de que no sea tan grande como usted pensaba, el Castillo de la Bella Durmiente está lleno de detalles interesantes. El diseño se basa en un castillo bávaro real del siglo XIX en Neuschwanstein, Alemania. El puente levadizo se ha levantado y bajado sólo dos veces: la primera cuando el parque se abrió en 1955, y de nuevo en la reinauguración de Fantasyland en 1983, donde se ingresaba pasando por el arco del castillo. Y mire de cerca, por encima del puente levadizo, el escudo de Disney embellecido por leones rugientes. Hay también una placa que conmemora el lugar donde se enterró una cápsula del tiempo en 1955, en el 40mo aniversario del parque.
Entre para vivir la experiencia del “Sleeping Beauty Castle Walkthrough”, en la que los dioramas de 3D muestran imágenes luminosas al estilo de Eyvind Earle, el artista que creó la imagen de la película animada de 1959.