Para los aficionados a la música, Bakersfield es mucho más que un centro agrícola. La ciudad del Valle Central, y en particular el Buck Owens’ Crystal Palace, es la cuna de un género musical. Empezó en la década de 1930, cuando el Dust Bowl atrajo granjeros de Oklahoma, Texas, Colorado y otros estados a California, y ellos trajeron consigo su propia estética musical basada en el country. Los bares de Honky-tonk empezaron a aparecer en Bakersfield, y a fines de las décadas de 1950 y 1960 unos cuantos músicos locales, el texano Buck Owens y Merle Haggard, cuyos padres habían venido de Oklahoma, popularizaron un estilo de música country más contemporáneo y con menos producción que se hizo muy conocido como The Bakersfield Sound.
Buck Owens no sólo dio forma al sonido que influyó sobre generaciones de músicos de country y rock, desde Creedence Clearwater Revival a Dwight Yoakam, sino que también construyó un vibrante monumento musical para preservarlo. En 1996, Owens abrió el Buck Owens’ Crystal Palace, una sala de conciertos de 550 asientos, bar, restaurante y museo. Localizado cerca de la carretera federal 99 en el corazón de Bakersfield, el Palace transporta a los visitantes a un set de filmación del Viejo Oeste (piense en las fachadas arquetípicas del Viejo Oeste y sus oscilantes puertas de cantina, la oficina de comisario, e incluso una cárcel), y ofrece un calendario completo de actividades musicales de puro country.
Algunos de los más importantes nombres en la música country, de Willie Nelson a Brad Paisley, han tocado sus improvisaciones en el Palace, y cualquier noche de la semana encontrará clientes bailando two-step o line toda la noche, degustando la cocina casera, como el filete de pollo rostizado y el filete ahumado en mezquite, y examinando la inmensa colección de recuerdos musicales. (La verdadera joya cuelga sobre el bar: el Pontiac convertible de Owens de 1972 con cuernos de buey montados en el capó.) También puede codearse con los que influyeron musicalmente a Owens, incluidos Elvis, Johnny Cash y Hank Williams, que se inmortalizan en estatuas de bronce casi de tamaño natural.